L
a política colombiana se navega entre aguas turbulentas, brújulas gastadas y mapas desactualizados. El barco que llamamos Colombia navega sin rumbo fijo, arrastrado por las corrientes de viejas disputas y estériles confrontaciones que por décadas parecen condenarnos al odio entre hermanos, al no futuro. En esta columna, abogamos por la jubilación de los liderazgos obsoletos que nos mantienen anclados en un pasado que nos ahoga.
Es hora de alzar la voz y exigir un cambio real, no solo en las políticas, sino en los rostros que las representan. Colombia anhela nuevos timoneles, líderes capaces de trazar una ruta clara hacia un futuro prometedor. Ya basta de repetir las mismas recetas gastadas que solo han perpetuado la desigualdad y la injusticia.
Los políticos de vieja data han tenido su oportunidad, y el saldo de su gestión es evidente en la realidad que hoy enfrentamos. Es momento de dejar atrás los personalismos y abrir paso a una nueva generación de líderes comprometidos con el verdadero bienestar del país. Necesitamos construir sobre nuevas visiones, alejadas de los intereses particulares y enfocadas en el desarrollo equitativo de Colombia.
La polarización política ha sido una constante en nuestro devenir histórico, pero debemos superar este obstáculo si queremos avanzar como sociedad. La solución no radica en la confrontación estéril entre izquierda y derecha, sino en la búsqueda conjunta de un proyecto país que nos una en pro de un futuro próspero y equitativo.
Es fundamental comprender que una democracia sólida no depende de personas, sino de instituciones fuertes y transparentes. Es hora de liberar a los partidos políticos del pasado permitiendo que florezcan nuevas ideas y liderazgos.
A los expresidentes que han marcado la escena política durante las últimas décadas, les extendemos nuestro agradecimiento por su servicio al país, pero también les solicitamos respetuosamente que cedan el espacio a nuevas voces. Su legado está y estará marcado en la historia, pero el presente exige renovación.
A aquellos que aún intentan mantenerse en el centro del escenario político, les recordamos que su tiempo ya pasó. Es momento de retirarse dignamente y permitir que nuevas figuras lideren, con ideas innovadoras y compromiso genuino con el progreso de Colombia.
La patria nos llama a todos a ser parte de la solución, a dejar de lado las divisiones estériles y trabajar juntos por un verdadero futuro para Colombia. Jubilemos a los viejos paradigmas y demos paso a una nueva era de liderazgo y esperanza. El destino de Colombia está en nuestras manos, y es hora de escribir juntos una nueva página en nuestra historia.