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Colombia y el desafío del equilibrio para avanzar

por Poder Antioquia
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Lo normal en una democracia es que exista un giro pendular, un movimiento entre distintos enfoques ideológicos que refleja la pluralidad de una sociedad y su deseo de corregir rumbos cuando un modelo de gobierno se agota. Sin embargo, en Colombia no hemos tenido históricamente una política de alternancia real. Por décadas, el país vivió bajo un sistema político dominado por una élite que limitaba la participación de visiones divergentes.

Solo en la última elección presidencial se logró un giro significativo en el péndulo político, lo que marca un avance hacia un sistema más representativo y plural. Este cambio puede interpretarse como un perfeccionamiento de nuestra democracia, al permitir que distintas voces, antes excluidas, tuvieran cabida en el poder. No obstante, la dinámica pendular no debe quedarse en un simple cambio de protagonistas; debe servir como un paso hacia el equilibrio que Colombia necesita para avanzar.

La alternancia ideológica, aunque positiva en términos democráticos, conlleva riesgos cuando se convierte en un movimiento extremo entre polos opuestos. La falta de continuidad en las políticas públicas afecta gravemente nuestra estabilidad como nación. En lugar de consolidar avances, cada nuevo gobierno prioriza desmantelar lo hecho por su antecesor, perpetuando un ciclo de inestabilidad que impide la construcción de un proyecto de largo plazo.

De cara a la elección presidencial de 2026, es probable que el péndulo político gire nuevamente hacia la derecha, reflejando el descontento con la gestión actual. Esto no debería sorprendernos; es parte natural de un sistema pendular. Sin embargo, el verdadero reto no es el cambio en sí, sino lo que hacemos con él. Si cada giro sigue alimentando la polarización y el oportunismo político, estaremos condenados a repetir los mismos errores.

Colombia necesita trascender esta lógica pendular y encontrar un punto de equilibrio. La alternancia debe ser un medio para fortalecer la democracia, no un fin en sí mismo. Los líderes que surjan en el próximo ciclo tienen la responsabilidad de construir sobre lo ya avanzado, priorizando el bienestar colectivo y el desarrollo sostenido por encima de las divisiones ideológicas.

El giro pendular hacia la derecha en 2026 puede ser una oportunidad para reencaminar al país, pero solo si se asume con visión, responsabilidad y un compromiso real con la estabilidad. El desafío está en frenar el péndulo en el punto medio, donde las diferencias no dividan, sino que se conviertan en una fuente de diálogo y progreso. Solo así podremos avanzar como nación.

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